martes, 18 de mayo de 2010

"All's well that ends well."


¿Qué significa la palabra “responsabilidad”? Al parecer, cargar con una responsabilidad significa cumplir siempre con unos requisitos o con unas demandas que, de no ser cumplidas, no sólo significaría una molestia para las demás personas – siempre dependiendo de la gravedad de las demandas que se acarrean – sino también un fracaso moral: no eres una persona adulta. A pesar de todos estos riesgos, llevar una responsabilidad no genera beneficio alguno, salvo que sea una responsabilidad laboral, en cuyo caso conseguimos la compensación económica correspondiente (o no). Y aún así, vivimos cada día cargados de responsabilidades de todo tipo: familiares, sociales, etc.
Se suele decir

que una persona se hace madura cuando empieza a asumir sus responsabilidades. ¿Cómo se entiende eso? ¿Es que, para poder enfrentarnos a la vida real tenemos que acarrear con un peso inútil? En términos muy simples, la responsabilidad sólo puede ir en contra nuestra. Y sin embargo, todos elogiamos esas personas a las que llamamos “responsables” porque son las personas que más carga llevan encima. Más que elogiar, deberíamos compadecernos de ellas.

Es una cuestión algo incómoda de plantear. ¿Por qué vivir lastrados y llenos de cadenas cuándo podemos pasar de todo y probar de ser libres? La respuesta no es fácil, si es que de verdad existe una respuesta. Al parecer, el hecho de poder cargar con estas cadenas y aún así poder ser felices nos provoca un sutil placer: el placer de la superación. El placer de saber que no importa cuán jorobados estemos: nada nos impedirá, tras sufrir por los nimios quehaceres de la vida cotidiana, poder irnos a dormir con una sonrisa en la boca. El beneficio, si es que verdaderamente lo hay, es un beneficio espiritual: la vocecita en nuestro interior que nos dice qué está bien y que está mal nos felicita por nuestra actitud y oímos esa frase que nos hace sentir tan orgullosos “hoy lo has hecho muy bien”.

Por eso, cuando vuelves a casa después de un día duro en la oficina, cuando terminas de estudiar ese tema tan denso de lingüística, cuando el cuerpo te pesa tanto que sólo puedes oírte a ti mismo, sabes que ha valido la pena.

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